domingo, noviembre 05, 2006

sábado, noviembre 04, 2006

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gracias Lorensen

Carta abierta de un ex-monitor de orea al Padre Provincial (Final de la carta)

Vuelvo a tener dudas. No se nos ha aplicado repentinamente una norma totalmente ajena a la dinámica de Orea, no ha cambiado el planteamiento del campamento y, por tanto, no hemos podido dejar de ser competentes para desempeñar la función que veníamos realizando. ¿Qué me he perdido? Porque le confieso que no me salen las cuentas. Sumo dos y dos y no me da cuatro. ¿Qué aspecto revelador y que dota de coherencia a lo sucedido no se nos ha comunicado? ¿Qué es lo que está ocurriendo realmente?
Continuando con la cita de sus propias palabras, recuerdo que nos hablo de la verdad que tanto cuidaba y trataba de trasladar Calasanz. Una verdad minúscula y mayúscula. Una verdad que en estos momentos no se nos ha mostrado claramente. Una verdad esquiva para todos aquellos que hemos participado voluntariamente en Orea. No afirmaré que han tratado de ocultarnos la verdad porque, de ser así, deberían cargar en su conciencia el estar traicionando los principios y valores del fundador de la Orden; lo cual resultaría vergonzoso para la Escuela Pía, pero sí puedo afirmar que, de existir una verdad que dé sentido a lo ocurrido con Juanto, con los coordinadores y con el resto de monitores, no se nos ha trasladado con limpieza ni claridad ¿por qué? ¿nos considera la Escuela Pía lo suficientemente maduros como para llevar adelante sus proyectos pero no como para conocer los motivos que la llevan a introducir cambios en los mismos? ¿Qué respuesta esperaba de nosotros para no haber actuado así, teniendo en cuenta que siempre hemos asumido con sensatez y humildad lo que se nos ha planteado de forma clara y concisa?
En este momento ansío de corazón la verdad de la que hablaba usted al referirse a Calasanz, no la que nos transmite con su propia forma de actuar, con su ejemplo; la verdad de la que habló. La verdad de lo que ha ocurrido este año en Orea, la verdad que motiva tantos cambios y todos tan repentinos. Cambios que no responden a lo que nos han contado, a los argumentos que nos han dado ni a los principios que ustedes dicen seguir.
Usted nos hablo el sábado de vivir con los brazos abiertos, de ser receptivos a los demás, de aprender a ser comunidad, pero resulta que los que hemos colaborado con nuestro servicio, los que hemos estado trabajando y dedicando nuestro tiempo a los niños, y por supuesto los propios niños, ya somos comunidad. Durante la elaboración de las programaciones, en las convivencias de formación de monitores, en las campañas de verano vivimos en comunidad, juntos, hacemos nuestros los valores de convivencia que trasladamos a los acampados, que compartimos con el personal de cocina, de mantenimiento, de otros campamentos… Vivimos en comunidad siguiendo los mismos principios que deseamos transmitir, los valores cristianos que recoge el ideario del campamento, porque creemos que el ejemplo es el mejor modo de mostrar una verdad. El sentido del ejemplo y la responsabilidad que el mismo conlleva nos ha hecho compartir, crecer, madurar, colaborar, dar y recibir y eso ha hecho que, durante 32 años, generaciones y generaciones de niños hayan pasado por el campamento, hayan querido repetir, vincularse a dicho proyecto y crecer en él; para finalmente, escogerlo como espacio donde realizar un servicio. ¿No resulta para la Escuela Pía un ejemplo válido? ¿No resulta el campamento un entorno donde vivir en comunidad aceptable?
Lo cierto es que sí lo es, una comunidad ejemplar que ha logrado recibir con los brazos abiertos a todo aquel que ha querido participar y colaborar en ella. Una comunidad valida para realizar las prácticas de cualquier voluntario de la Escuela Pía. Un proyecto en el que aprender el sentido del servicio en comunión con los otros. Con sus decisiones ha roto esa comunidad. No ha respetado su singularidad ni su sentir, simplemente los ha obviado, los ha pasado por alto al respecto.
Si Orea no era una comunidad impregnada de la sensibilidad calasancia ¿Por qué ha desempeñado su labor como tal durante 32 años? No creo que sea el caso. Los padres escolapios no hubiesen permitido que un sinsentido así se mantuviese tanto tiempo. De nuevo sería vergonzoso para la Orden respaldar, organizar, promover y financiar un proyecto que no atiende a sus creencias y sus principios. Sería absurdo. Pero si lo era, si Orea era un espacio donde vivir en comunidad de acuerdo a los valores que desea trasmitir la Orden ¿cuándo ha dejado de ser respetada como tal? Vuelvo a tener que afirmar que debe ser este año, el año en que su estabilidad y continuidad se ha visto vulnerada. No antes, ya que no fue antes que se vio afectada tan gravemente la sensibilidad de sus miembros. Intuyo que, junto con otros cambios, ha sido este año cuando la relación de la Escuela Pía con su propio proyecto ha variado. Cuando ha decidido cambiar su forma de entenderla.
Ahora debo remitirme a la reunión que celebramos en Gandía para citar sus palabras de nuevo. Una reunión de educadores escolapios; eso, al menos, es lo que éramos considerados entonces. Allí usted dijo que el servicio que prestaban los voluntarios era un tesoro y que, como tal, era valorado por la Escuela Pía, que era deber de la Escuela Pía cuidar ese tesoro. El tesoro de la gente que está dispuesta a poner su vida en un proyecto destinado a los demás. ¿Eso no rezuma evangelio? ¿No está empapado de evangelio? La Escuela Pía contaba, en el conjunto monitores de Orea, con una comunidad que vivía y transmitía los valores del Evangelio. Una Comunidad que ha sido elegida, año tras año, por cientos de niños, frente a otras opciones educativas, en la mayoría de las veces, frente a las opciones de sus propios colegios, de sus propias órdenes y de los proyectos que éstas promueven. ¿Qué mayor tesoro puede haber? ¿Qué mejor modo de poner a la gente en contacto con los valores cristianos y el sentir calasancio? ¿No le resulta suficiente apertura? ¿No supone esta condición un orgullo a los escolapios? Éramos comunidad ejemplar abierta al mundo, abierta a todos y, sus decisiones han roto la comunión. ¿Por qué? ¿Es esta la forma en la que la Escuela Pía fomenta y promueve sus propios proyectos? No creo que generar malestar entre sus propios voluntarios dejando a un lado su labor, su sentir y el maravilloso ejemplo que dan sea la forma mas adecuada de vivir en coherencia los valores que se desea trasmitir, pero así es como usted ha actuado.
Cuando dio por finalizada su aportación, abandonó la sala sin preguntarnos nada, sin escuchar nada, casi sin vernos. Los colaboradores que ha escogido para su nuevo proyecto trataron de hacernos reflexionar pero centraron sus argumentos y sus justificaciones en la querencia al cargo y la dependencia a los afectos. No quisieron o no pudieron comprender lo que tratábamos de comunicarles. Su conocimiento del campamento, y de la realidad que se ha vivido en el mismo estos 32 años, dista mucho de ser la adecuada para dirigir un proyecto. Su conocimiento de la labor pedagógica y evangélica que hemos desarrollado es prácticamente nula o totalmente ajena a la suya. La relación con los integrantes de la comunidad educativa de Orea inexistente y, sin embargo, nos han sido presentados como los más adecuados y han sido ellos, y no usted, los que han contestado nuestra preguntas, revelando su ineficacia para comprender, aceptar y dirigir al conjunto de voluntarios que somos tesoro para usted y para la Escuela Pía. ¿Es así como la Escuela Pía entiende que se cuida un tesoro?
Debido al malestar que ha causado la forma de proceder de la Escuela Pía para con sus colaboradores y que las novedades introducidas este año, tal y como yo las entiendo, atentan directamente al espíritu del campamento y a su razón de ser (sentido de mi adhesión al proyecto de la Orden), deseo comunicarle que, desde el sábado pasado, doy por finalizada mi vinculación con la Escuela Pía y con el trabajo que hasta ahora venía desarrollando (curiosamente yo también llevo 19 años en el campamento).
Del mismo modo, en función de la responsabilidad y la vinculación con los acampados que han participado en dicho proyecto y dado que deseo actuar con los principios de coherencia y verdad que a mi se me han negado, le comunico que trasladaré mi sentir a todos los acampados, acampadas, padres y madres con los que pueda contactar; haciendo pública esta carta. Será únicamente mi parecer y mi opinión, eso queda bastante claro y ya lo he manifestado al principio de la misma pero, antes de que ellos tomen la decisión de continuar en el campamento, deben saber lo que ha ocurrido y en qué ha se ha visto modificado el mismo a raíz de los cambios que usted ha introducido. Les comunicaré también que la totalidad de monitores que participaron en la campaña de este verano han dejado de pertenecer al mismo y que, por tanto, desconocemos qué tipo de proyecto va a realizarse el próximo verano, del mismo modo que desconocemos qué monitores serán los encargados de llevar adelante el nuevo proyecto. Que ellos obren y elijan según les dicte su parecer, su conciencia y su corazón.
De igual modo, enviaré este mensaje personal a todos los compañeros, monitores y premonitores del campamento, animándoles a hacer lo mismo y a comunicar su sentir y la experiencia de su relación con la Escuela Pía a todo aquel que desee escucharlo. Entiéndame bien, ningún ánimo de venganza o revancha guía mi actuación. No busco infringir ningún mal gratuito pero, dado que la Escuela Pía no se muestra transparente y clara, alguien debe ser el primero en hacerlo. Callar o negar lo sucedido solo sería traicionar esa sensibilidad por la verdad que, como usted bien nos recordó, nos transmitió Calasanz.